Época: América
Inicio: Año 300
Fin: Año 900

Siguientes:
La ciencia y el calendario
Aritmética y escritura
El arte maya
La arquitectura
La escultura
La pintura



Comentario

La Ciencia, el Arte y la Literatura integran en realidad la cultura maya, aunque sus conocimientos prácticos de agricultura y de gobierno forman, indudablemente, parte también del acervo cultural maya. Manuel Ballesteros afirma que los mayas son uno de los pueblos más originales en la historia de la Humanidad y que han mantenido con mayor constancia y continuidad la fidelidad a sus patrones culturales. Como sabemos por su historia, la cultura maya se forma precisamente en el lugar donde va a desarrollar todo su devenir como pueblo o, dicho en otras palabras, los mayas que llegan a los altos de Guatemala y que después se instalan en el Petén, en Honduras, Belice y Yucatán -amén de la influencia ejercida en las tierras vecinas- no trajeron consigo la cultura y las formas de vida que les serán propias, sino que las fueron formando todas ellas por obra de la agricultura del maíz y las hortalizas, del clima y de los elementos circundantes, colonizando tierras boscosas o yermas, disputándole a la selva el terreno para la milpa.
¿Cuánto tiempo necesita una cultura para formarse? Esta pregunta puede ser contestada de un modo o de otro, teniendo en cuenta las circunstancias. Si el pueblo que forma una cultura está influido por otros que poseen niveles superiores, el proceso puede ser muy rápido, pero si ha de echar los cimientos y construir todo el edificio de una civilización por sí mismo, sin apenas préstamos de otros pueblos, el proceso es necesariamente más largo y sus raíces se hunden en el lentísimo movimiento de superación de formas, desde las recolectoras a las plantadoras rudimentarias, pasando de ellas a las agrícolas intensivas. Viene esta pregunta para considerar la antigüedad de la cultura maya, pivotando sobre una fecha que conocemos: 317 después de Jesucristo. Es la fecha que aparece en la llamada Plaqueta de Leyden, que procede probablemente de Tikal o de Piedras Negras. En ella aparece un sacerdote oficiando, subido sobre las espaldas de un servidor: lleva una breve inscripción jeroglífica que contiene la fecha indicada. ¿Qué nos dice esta descripción arqueológica? Que en 317 -siglo IV de nuestra era, contemporáneo de las primeras invasiones bárbaras sobre el Imperio Romano- estaban ya hechos y maduros los siguientes elementos: el sacerdocio (Religión), la escritura y el conocimiento matemático, el calendario (Astronomía) y el Arte. Pueblo que fabrica su propia cultura y organiza su sociedad, precisa al menos de cuatro siglos para ellos.

Por lo dicho, y sabiendo que el último baluarte independiente maya se rinde a los españoles en 1697, vemos que la cultura maya, fiel a sus fórmulas artísticas y sociales, religiosas y científicas -con sus altos y sus bajos-, dura dieciocho siglos.

Todo el pueblo maya participó de una misma cultura, con sus variantes regionales, claro está, pero los depositarios y organizadores de la cultura fueron los miembros de la elite sacerdotal. Podría decirse que la cultura maya es una cultura esencialmente intelectual, sometida en sus formas más altas -las que vamos a estudiar aquí: Ciencia, Arte y Literatura- a la poderosa cohesión e influencia del clero. Sobre una base económica rural se monta una de las más refinadas culturas de la Humanidad, que mantiene su unidad y la continuidad de sus logros en virtud de la solidaridad sacerdotal. A poco que meditemos sobre las características de la cultura maya hemos de asombrarnos, lógicamente, que en Copan (Honduras) y en Palenque (Chiapas, México), separadas ambas ciudades por cientos de kilómetros y de llanuras y selvas, se usara del mismo calendario y se adorara a los mismos dioses, siendo su arte similar. Este milagro de unificación se debe sin duda a los "concilios" sacerdotales, reunidos para confrontar resultados científicos, corregir la cuenta de los años y otros aspectos similares, ya que todo el panteón religioso es una "fabricación" puramente sacerdotal. En alguno de los altares de Copán ha quedado la comprobación gráfica de estas reuniones sacerdotales.